Introducción
En este artículo, mediante un breve análisis bibliográfico, intentamos presentar algunas reflexiones sobre los alcances del concepto de trabajo de campo y su aplicación a diversos aspectos de la realidad.
En los últimos años, se fue instaurando una nueva conceptualización respecto de la seguridad, donde los conflictos sociales y económicos adquieren protagonismo: la seguridad ciudadana. Esta nueva perspectiva supone una mirada más amplia y compleja de los fenómenos sociales que aquella que se circunscribe solo a la prevención y control del delito. Esta mirada de la seguridad aborda e incluye situaciones que, sin configurar eventos delictivos, resultan causantes de malestar, daño o perturban las reglas de convivencia.
Esta ampliación en los sentidos de aquello que entendemos por seguridad implicó realizar definiciones que delimitasen cuál es el campo de intervención en esta problemática, así como también redefinir los principios y criterios que orientan las prácticas profesionalizantes (campo) de seguridad ciudadana.
Por otra parte, el delito y la violencia han asumido nuevas formas de expresión en los últimos años. En este sentido, es fundamental conocer y comprender el abordaje territorial de la violencia urbana y los desafíos para la política pública: las nuevas formas de violencia del delito, La narcocriminalidad y la disputa territorial, las diversas modalidades que asumen la violencia y la convivencia urbana.
El punto de partida del trabajo de campo para el profesional de la seguridad ciudadana es la de formar profesionales críticos que puedan reflexionar tanto acerca de los problemas que plantean las intervenciones en el campo de la seguridad, así como también en el análisis de estrategias de prevención del delito y de la violencia.
Rosana Guber (2016) destaca que todo investigador, cuando realiza su trabajo de campo, recurre a dos usos del registro observado. Uno consiste en registrar solo aquello relacionado con lo que uno se imagina encontrar. La segunda posibilidad consta del registro de todo lo que el investigador recuerda, y logra establecer luego las relaciones y la no-relaciones de esos datos con su objeto de investigación. El campo de la seguridad requiere un registro amplio de los factores que inciden en lo delictual, en ese proceso del profesional de la seguridad ciudadana que ocupa un rol central, porque habilitan y reproducen esquemas y representaciones del conocimiento y sus conexiones explicativas.
Asimismo, formar profesionales cuya capacidad y competencia en esta temática les permite articular intervenciones que se originan en el ámbito de la seguridad con aquellas estrategias orientadas al desarrollo comunitario, cultural, local, productivo y de salud (entre otros), a los efectos de contribuir con políticas de inclusión social.
Tras todo lineamiento de una política pública, convergen diversos modos de explicar un problema, los alcances y actores que forman parte de este, las estrategias de acción y el diseño de soluciones para abordarlo. Asimismo, implica visiones y valores acerca de la sociedad que se espera construir.
Estos paradigmas no refieren exclusivamente a una escuela o postura teórica, sino a la interacción con los modos en que una sociedad y una cultura entienden sus necesidades en la dinámica cambiante de los problemas concretos. Estos paradigmas definen los problemas cotidianos, las formas de abordarlos, los saberes y conocimientos que desde el campo de la seguridad se han ido construyendo para comprenderlos. No responden a la efectividad, sino a una visión legitimada socialmente para abordarlos.
En virtud de ello, este artículo tiene como propósito remarcar la importancia del trabajo de campo para futuros profesionales de la seguridad. Entendemos que la teoría, sumada a la práctica, es el gran desafío y horizonte hacia donde debemos apuntar. El profesional debe conocer los problemas vinculados al campo de la seguridad, tales como la violencia urbana contra la construcción de ciudadanía, las diversas formas que asume la violencia, los conflictos en el uso del espacio público, las estrategias de gestión de la conflictividad, la construcción de autoridad estatal en territorios marcados por procesos de segmentación social.
Además, deben nutrirse de herramientas teóricas metodológicas para el diseño de una investigación, colocando el énfasis en la definición de un tema/problema y en la elaboración de un marco teórico.
El campo y sus sentidos
Un campo es, de hecho, una estructura multiforme cuyos límites no son claros o están constantemente cambiando debido a una propiedad fundamental: su dinamismo (Bustamante, 2016). El conjunto de elementos que componen un campo no se configura por ser “cosidad”, por ser objetos, sino que se configuran en su capacidad para relacionarse y en diversos modos que son propios de dicho campo. Las formas y posibilidades de relación son las particularidades de un campo, pues “pensar en términos de campo es pensar relacionalmente”, según dice Bourdieu (Bourdieu, 2013, p. 149). Entre las relaciones de los campos se dan relaciones de poder que se constituyen sobre la base de un valor propio de un campo (Chapela, 2014).
Como vemos, hablar de campo es hablar de poder; es por ello por lo que el profesional de la seguridad no debe detenerse antes las críticas y resistencias de aquellos que no comparten la teoría o premisas que ofrece el trabajo de campo como herramienta y proceso de investigación, para conocer las causas y síntomas de la conflictividad social.
Así entendido, el campo puede atravesar toda construcción social (Bourdieu, 2013). Muchas veces vemos las complejidades que presenta la actividad preventiva típica de la función policial. Por momentos parece ser muy nítida la represión; sin embargo, presenta diferentes facetas. En ambos casos se trata de acciones que se nutren de un amplio abanico de opciones (no todas regladas específicamente). En esta dirección, el trabajo de campo nos lleva a preguntarnos: ¿se patrullarán las jurisdicciones, de a pie, en motocicletas o en móviles policiales? ¿Se reprimirá el delito con balas de goma o con gases lacrimógenos? ¿Cuáles serán las condiciones para aprehender al infractor?
Por todo ello no debemos solo quedarnos en lo teórico. Por el contrario, tenemos que conocer sus consecuencias concretas. Imaginemos un ejemplo: nos encontramos ante una manifestación social que obstruye el deambular de los peatones en un sector de la ciudad. ¿Qué hace el profesional de la seguridad?… un interrogante que nos acompaña hace décadas y que pocos, o nadie, quieren responder.
Las sociedades actuales se han convertido en aparatos de producción de miedos y de dispositivos para enfrentarlos. El término seguridad hace referencia, en tal sentido, a la condición de encontrarse fuera del peligro real, o potencial, de sentirse a salvo y protegido, a algo que regla. Pero lo discursivo nos conduce a romantizar el concepto de seguridad en una semántica limitada al mantenimiento del orden. De acuerdo a este criterio, el problema de la seguridad es netamente policial, por lo cual hay que luchar contra la delincuencia; las políticas de seguridad exigen una política criminal centrada en la mano dura.
Así entendido el abordaje de la seguridad, el trabajo de campo cobra sentido. Sin duda, la palabra campo no es fortuita. No evoca necesariamente solo a un juego de palabras, sino también a la teoría de los juegos del abordaje integral de la seguridad. Sin entrar en mayores detalles, conocer el campo o territorio de un lugar (y, por lo tanto, investigarlo bien) depende del uso adecuado de las estrategias que se despliegan en un lugar y en un momento.
Enfocar el campo de esta forma nos permite plantearnos el presente como un enigma histórico y sociológico, y abre la posibilidad de una exploración en la disciplina de la seguridad. Suponemos que la confusión de cambios diversos y particulares que uno observa cuando examina las agencias de seguridad separadas de la sociedad asumen un patrón más ordenado que cuando observamos el campo como un todo. Considerar el trabajo de campo en seguridad como un todo hace posible una serie de observaciones, donde cada una de estas ofrecen pistas específicas acerca de su explicación y de su interpretación. Remarcamos aquí el carácter complejo y contradictorio del campo y su trayectoria de desarrollo, porque es un hecho de real importancia que aun los funcionarios encargados de la seguridad tienden a olvidar. Mirar el trabajo campo como herramienta investigativa en su totalidad nos dará la posibilidad de observar qué patrones exhiben los pueblos de forma paralela o no, de desarrollo o tipos de causas estructurales de lo delictual. Finalmente, entendemos que el gran desafío para los profesionales de la seguridad se centra en poder articular la teoría con la práctica (campo). Esta hipótesis limita el sesgo de pensar que solo los que acumularon años de trabajo en un área de seguridad son los idóneos para dar solución a la inseguridad.
Bibliografía
Bustamante, G. (2016). Sobre el concepto de campo en Bourdieu. Magis, Revista Internacional de Investigación en Educación, 9(18), pp. 49-66. http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.m9- 18.sccb
Bourdieu, P. (2013) Entrevista a Pierre Bourdieu – La lógica de los campos: habitus y capital. Sociólogos. http://ssociologos.com/2013/06/23/entrevista-a-pierre-bourdieu-la-logica-de-los-campos-habitus-ycapital/
Chapela, C. (2014). Campo y capital en la sociología de Pierre Bourdieu como aporte a la comprensión de la salud humana, el sufrimiento y la enfermedad. http://proinapsa.uis.edu.co/redcups/Biblioteca/Promocion%20salud%20critica/ChapelaBourdieuPDFAgo25, 14.pdf
Guber, R. (2016). La etnografía: Método, campo y reflexividad – 1ª ed. 3ª reimpr. Buenos Aires. Siglo Veintiuno, Editores.