Análisis de la película Milk desde el concepto de cultura y dimensiones culturales. Reflexiones del licenciado Ortigoza Adrián.
Este trabajo tiene como objetivo principal describir, a grandes rasgos, algunas de las dimensiones culturales del conflicto, analizadas en el seminario “Cultura política y conflictos socioculturales actuales”. Esta labor se desarrollará a la luz de la película Milk, del versátil y polémico director Gus Van Sant. Un film digno de ser visto no solo por su excelente realización, sino por la trascendencia de su mensaje. Harvey Milk fue un idealista y ardiente defensor de los derechos civiles de la comunidad homosexual, que pagó con su propia vida la audacia de su lucha y los frutos obtenidos. El director Van San no solo nos relata un fragmento de la vida de Milk, sino que describe un retrato de una sociedad donde los visionarios parecen terminar cruelmente asesinados.
Las protestas ciudadanas como expresión colectiva no son novedad para regiones como América latina, dado que nuestros países son espacios que se caracterizan por llevar, dentro de sí, la tensión que resulta de estas últimas décadas en la que se ha producido una gran expansión de la democracia, a la par de una incansable búsqueda de equidad, inclusión y superación de la pobreza. En nuestro país se suele contraponer la población (organizada y no organizada) con el Estado (representado por sus autoridades) en torno a una agenda de insatisfacciones, demandas o necesidades traducidas en reclamos. Sin embargo, por encima de los aspectos que particularizan cada contexto de movilización y protesta ciudadanas, existe también el rol que desempeñan las fuerzas estatales destinadas a mantener el orden público ante las movilizaciones en espacios públicos.
Estos escenarios con relación al rol de las Fuerzas estatales se reproducen en este film, donde se contextualizan escenas que se vivían en 1970 en los Estados Unidos, ubicando el ojo avizor sobre la sociedad de ese momento. Se muestran grandes manifestaciones de la comunidad homosexual, en donde se logra mostrar, a las nuevas generaciones, el trabajo incansable de un gran luchador de fuertes convicciones de igualdad para todos, independientemente de nuestras elecciones sexuales. Harvey Milk nos enseña que defender nuestros ideales es lo correcto, sin dejarnos vencer por la intolerancia y discriminación de esa sociedad con un lado oscuro, que parece matar a los defensores de la igualdad y de los cambios.
Ante todo lo expuesto hasta aquí, es interesante repreguntarnos: ¿la intolerancia ante la diversidad de orientaciones sexuales se debe a la falta de información y a la presencia dominante de una cultura machista? Como consecuencia, ante estos hechos, las minorías se enfrentan al sistema, impidiendo el atropello de sus derechos como ciudadanos. Antes de realizar cualquier esfuerzo que pretenda responder a grandes rasgos nuestra hipótesis, es importante retroceder un poco al origen histórico de las manifestaciones sociales, su relación con la política y su dimensión de acción. La socióloga Maristella Svampa (2017) sostiene que la problemática de los movimientos sociales es sumamente compleja y cargada de grandes ambivalencias. Por un lado, los cambios políticos: los Estados pasan de ser Gobiernos neoliberales a ser nuevos Gobiernos de izquierda o de centroizquierda. Por otro lado, el neoliberalismo parece no darse por vencido: se reinventa y regresa a modo de peligro, anunciando su profundización a través de un modelo extractivo exportador, con acento en la criminalización de la protesta y con miras al cierre de los espacios públicos en nombre de la seguridad ciudadana.
En gran parte de esta película, se expone la lucha del movimiento de liberación LGTB, movimiento por una libre orientación sexual. Se lucha por la causa de personas con una orientación sexual distinta a la heterosexual. También se puede observar que la comunidad LGTB comenzó formalmente en 1969 en la ciudad de Nueva York, con la marcha que se dio después de los llamados disturbios de Stonewall. Aunque varias organizaciones y activistas habían dado los primeros pasos a fines del siglo xix, reivindicando los derechos de los homosexuales. Pero todo esto nunca fue gratuito. Maristella Svampa (2017), con relación a esto, considera que se han transitado senderos múltiples y muchas veces simultáneos. La relación Estado/movimientos sociales atraviesa conflictos, negociaciones, la judicialización y represión de acciones.
Harvey Milk consigue hacer transparente y comprensible la articulación de una reivindicación política en el tejido de una ciudad a partir de la apropiación comunitaria de uno de sus barrios, el trenzado progresivo de un lobby de influencia y la racional infiltración en sus órganos de poder. La película es mucho más que la historia narrada de un activista gay: es toda una elección de política americana y, al mismo tiempo, la crónica de un civilizado juego de estrategia ciudadana cuya meta final es la conquista de libertades colectivas.
Respecto de algunos rasgos principales que se muestran de la movilización social en este film y haciendo énfasis en las dimensiones culturales de acción colectiva, podemos entender que las dimensiones culturales permiten pensar aspectos de los movimientos o de la actividad de protesta que va más allá de las demandas y reclamos particulares y específicos. Efectivamente, lo que se sostuvo en este seminario en relación con el campo de estudio sobre movimientos sociales y acción colectiva queda plasmado en casi todo el recorrido de la profunda lucha de Harvey Mil, ya que estos conceptos toman forma en la sociología y en la ciencia política a fines de 1960 y a comienzos de 1970. Las perspectivas anteriores sobre estos tipos de fenómeno los incluían en categoría de mayor alcance, como, por ejemplo, la del comportamiento colectivo. Ahora bien, esos trabajos que comenzaron a tomar los fenómenos de protesta y movilización social como objeto específico priorizan un tipo de análisis centrado en la noción de racionalidad. Si hay una palabra que Milk repite a lo largo de la película, esta es “movimiento”. No hay casi escena en que no la exprese, siempre rodeado de amigos, asesores, pares, novios, colaboradores y amantes. Todos mezclados e indiscriminados, del mismo modo en que política y vida se mezclan. Se indiscriminan en un boliche de barrio que usan como su cuartel general. Su más famosa fórmula de campaña es “Harvey Milk vs. La Máquina”, con lo que expresa, de modo transparente, el carácter de distinto, de tipo ajeno a lo establecido, que de pronto decidió tomar la política por asalto. Con la misma naturalidad con que, en la primera escena, conquista a un chico muy buen mozo en los pasillos del subte de Nueva York, recién mudado a San Francisco, Milk desafía a sus vecinos más discriminatorios besándose ostentosamente en la vereda con su novio Scottie (James Franco). “Nosotros estamos abiertos” refrenda el cartel en la vidriera. Es por todo ello que progresivamente, desde fines de los años ochenta, pudimos observar que comienza a surgir, en el campo de estudio, un interés creciente por mirar diferentes tipos de aspectos culturales. Primero, como una crítica y un desplazamiento de la centralidad atribuida a la racionalidad y luego como un modo de volver más fuertes los enfoques y elementos incluidos en los estudios. “La cultura política de una nación consiste en la particular distribución de las pautas de orientación hacia objetos políticos entre los miembros de dicha nación” (Almond, 1970: 31).
Reflexionando sobre los escenarios de la movilización social, podemos visibilizar que son muy cambiantes. De hecho, podemos reconocer, en varias escenas de la película, una serie de acontecimientos diversos que van desde la necesidad de crear nuevos espacios sociales posdictaduras hasta nuevas organizaciones sociales centradas en un proceso de democratización ligadas a demandas y reclamos al nivel del funcionamiento de un sistema democrático. Maristella Svampa (2017) considera que esta definición teórica implica la posibilidad de pensar los movimientos sociales como sujetos potencialmente antagónicos en el marco de un sistema de dominación, más allá de que existan también actores que no tienen poder y que buscan discrecionalmente alterar algún elemento del régimen social establecido.
Como venimos viendo, la relación de los movimientos sociales y la política ha sido objeto de muchas controversias. Ya en los orígenes de la discusión sociológica sobre el tema, el vinculo de las acciones colectivas con el sistema político fue un punto de análisis privilegiado por gran parte de la academia, especialmente por aquellos preocupados por los déficits de participación ciudadana y por la estabilidad de los Gobiernos liberales frente a un conjunto de demandas insatisfechas que se expresaban mediante acciones de protesta. Particularmente los estudios integrales les otorgan una función a estos actores como respuesta al agotamiento de las formas de representación basada en los partidos políticos. El tema de los problemas sociales a los que el sistema político resulta insensible pareció ser la función de los movimientos de protesta. Desde esta perspectiva, podemos tomar lo manifestado por Maristella Svampa (2017), quien considera que el campo contestatario se centra en cuatro matrices políticas-ideológicas diferentes: la indígena campesina comunitaria, la populista movimientista, la izquierda clasista tradicional y la narrativa autonomista. Todo esto se da de este modo entendiendo que las líneas directrices que establecen el modo de pensar la política y el poder como la noción acerca de los cambios sociales se dan en virtud de un dinamismo e historicidad específicos (desiguales contextos nacionales).
Desde esta perspectiva, Milk pone en juego esa necesidad de crear nuevos movimientos sociales, en donde las acciones se desarrollen de forma colectiva con demandas ciudadanas y posmateriales, para así dejar atrás esas organizaciones de viejo cuño obreras y campesinas que establecían también relación con otros movimientos, como los estudiantiles o como los grupos armados.
Ahora bien, la ilusión de luchar por los derechos de los homosexuales (protagonista central del film) no solo deja huellas reestructurando el campo de acción social, sino que suprime el paso de ese aparato estatal de disciplinamiento social, que solo conocía de persecución, tortura, desaparición, asesinatos y terror. Sus consecuencias influyeron en las subjetividades colectivas y en las diferentes formas de participación políticas. La militancia ahora se da más institucionalizada; la participación ciudadana se presenta menos subversiva y alejada del conflicto, con el fin de construir un sistema que represente a todos, que sea compatible con organizaciones de la sociedad civil, encargadas de producir una cultura política democrática, pero no con sujetos políticos que pusieran en riesgo la institucionalidad, lesionando los derechos de aquellos más desprotegidos.
El activismo cultural expresado en forma de protesta lleva a esta historia a pensarla desde un sentido más amplio. La identidad de esos sujetos que eligieron una sexualidad diferente es categorizada socialmente no vital e insignificante en la vida política de nuestras sociedades. Sin embargo, la acción de estos movimientos convierten esas identidades en identidades políticas, haciendo bandera de estos la denuncia y la reivindicación de sus derechos como manera de expresar sus reclamos. El movimiento creado por Milk incluía actividades orientadas a la construcción de un espacio de encuentro y de problematización de la realidad que se vivía. Las actividades se daban a conocer mediantes volantes, afiches, y con algún periódico que les otorgaban un lugar. Didi-Huberman (2018) afirma que las sublevaciones no llegan sin pensamientos, que a menudo se convierten en frases: la gente reflexiona, se expresa, discute, canta, garabatea un mensaje, fabrica un cartel, distribuye un panfleto, escribe un libro de resistencia.
Bibliografía
Almond, G. (1990), “The Study of Political Culture” en A Discipline Divided, Sage Publications, London.
Svampa, M. (2017), “Movimientos sociales, tradiciones políticas y dimensiones de la acción América Latina” en Del cambio de época al fin de ciclo. Gobiernos progresistas, extractivismo y movimientos sociales en América Latina, Buenos Aires: Editorial Edhasa, 26-48.
Didi-Huberman, G. (2018). Sublevaciones. Jeu de Paume.
Excelente Introducción