Política de Tolerancia Cero. Estrategia Giuliani

Introducción

Antes de empezar a hablar de la estrategia policial conocida como “Tolerancia cero” del mediatizado alcalde Rudolph Giuliani en la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos (1990-1997), es necesario remarcar algunas precisiones. En primer lugar, hay que definir lo que se entiende por “tolerancia cero”, y en segundo lugar, conocer de dónde proviene este término. 

¿Qué es la tolerancia cero?

Aunque su origen es poco claro, hay quienes señalan que es una idea que desde los años setenta ha sido utilizada como una herramienta permanente en los discursos políticos a la hora de referirse al control social que debe imponerse a la delincuencia de menores, de mayores, e incluso en el ámbito laboral, con el objetivo de controlar conductas desviadas. 

En la actualidad, es común referirse a esta estrategia policial como sinónimo de una política criminológica sustentada en la transformación estructural de la Policía, un cambio que apunta a orientar el trabajo de los uniformados, desde un enfoque orientado hacia lo proactivo, y no hacia lo reactivo. Es decir, invita a trabajar previniendo el delito (y no esperar a que el hecho delictivo se consuma y, después, actuar). Con ello se busca cumplir con los objetivos esenciales de la Policía: resguardar el orden e incrementar la calidad de vida de los ciudadanos, persiguiendo los delitos o faltas administrativas, asegurándoles espacios urbanos limpios y seguros.

¿Por qué aparece la tolerancia cero?

A la tolerancia cero, como política pública, es muy difícil acreditarle un autor. Giuliani, a quien la prensa (primero, la estadounidense y, después, la internacional) señala como su autor, se encargó de desmentir esas afirmaciones de la prensa. Para él, no representa lo que se realizó en Nueva York. Prefiere usar la expresión “el enfoque de las ventanas rotas”. George Kelling, coautor con James Wilson del reconocido artículo “Broken Windows. The police and neighbourhood safety”, ha puesto en claro que “la tolerancia cero” es una desvirtualización de sus argumentos originales e incluso va más allá al nombrarla la hija bastarda de las teorías de las ventanas rotas.

Por otro lado, William Braton, el primer comisionado de Giuliani, se ha distanciado también de esa mala fama impuesta por la prensa y de la picardía de muchos funcionarios políticos que mencionan la tolerancia cero en sus discursos, siempre que se refieren a la experiencia neoyorquina. Braton lo hace, poniendo énfasis en las reformas policiales que lleva adelante, siempre omitiendo utilizar el término específico. ¿Por qué será?

Resulta extraño cómo una estrategia policial aparentemente muy exitosa sea tan conocida y desconocida a la vez. La razón por la cual tanto Giuliani como el mismo Braton escapan de la mala fama de la tolerancia cero, según entendemos, tiene que ver con las críticas que se hacen respecto de la estrategia policial, básicamente orientada a la brutalidad policial y a las violaciones de los derechos humanos, particularmente sobre los sectores mas vulnerables, como ser grupos étnicos. Se etiquetó la estrategia de racista o de “policía para pobres”.

La negación del concepto de tolerancia cero por sus propios autores es relevante y no puede ser dejada de lado por los estados, que intentan sumar esta estrategia en sus territorios, como una política de seguridad eficiente. Esto refuerza la idea de Kelling cuando señala que es la hija sin padre, la gran creación sin autor, el gran mito. Y, como todos los mitos, no existen porque los vemos, sino porque creemos en estos. 

Si los actores principales se hacen los distraídos sobre los índices de delincuencia registrados en Nueva York y niegan su paternidad sobre la tolerancia cero, podríamos preguntarnos; ¿existió esta estrategia policial o no? Claramente, no, siempre y cuando entendamos que la “tolerancia cero” es un término acuñado por alguien y transformado por los medios de comunicación masiva. Otros antecedentes se remontan al debate de los setenta sobre la ley y el orden. Esta estrategia tan cuestionada vino a representar una ruptura sobre el fatalismo que solía llamarse nada funciona. Es decir, la policía es inútil para disminuir la criminalidad, las prisiones no reinsertan, el delito es cada vez más violento. Resumiendo, nada de lo que se hace en prevención del delito funciona. Con la tolerancia cero, se puso fin a la impunidad policial y dejó en claro que la ley está para cumplirse y respetarse y, para ello, debemos arrancar por las jefaturas policiales. No importa por qué se delinque: lo importante es hacer que las autoridades policiales cumplan con la ley. En síntesis, la tolerancia cero es una ideología del delito que abreva de principios morales y despliega una serie de conocimientos netamente gerencial.

Será por eso por lo que el gran Giuliani, en sus declaraciones a la prensa, con mucha habilidad dice: “Seguro, hay diferencias entre Nueva York y los estados que quieren implementar esta teoría en sus territorios, pero no estoy convencido de que dichas diferencias sean relevantes para la reducción de los delitos. Es decir, probemos, y después vemos cómo nos va”.

Referencia

  • Entrevista con George Kelling. Law Enforcement News, vols. 511, 512 (15 y 31 de mayo de 1999). 
Scroll al inicio