Introducción
Un profesional de la Seguridad Ciudadana a la hora de analizar una Política Pública en seguridad, debe ser riguroso, centrándose en la pluralidad de opiniones y pensando en la integralidad de los actores de la comunidad. El objetivo principal en este ensayo se centra en observar cómo los investigadores calificados generan conocimiento relevante que contribuyen a la mejora de las políticas públicas. En este contexto, el estudio profundo de la implementación y evaluación de políticas resulta esencial desde la perspectiva de la seguridad ciudadana. Pensar en “Modelos y Estrategias de Evaluación»1 es esencial, pues ofrece herramientas cruciales para analizar, medir y valorar la eficacia de las políticas y programas. Este modelo permite desarrollar competencias metodológicas tanto cualitativas como cuantitativas, necesarias para realizar evaluaciones rigurosas que orienten decisiones informadas, promuevan la mejora continua y aseguren la rendición de cuentas en la gestión pública, optimizando la efectividad gubernamental.
Abordaremos aquí, dos conjuntos de preguntas. Primero, se examinará cómo puede un evaluador asegurar que los resultados de la evaluación sean utilizados, así como los instrumentos disponibles para lograrlo. En segundo lugar, se analizará la utilidad de la autoevaluación, quiénes deben realizarla y qué productos se derivan de su implementación.
El evaluador y los resultados de la evaluación. Instrumentos.
El proceso de evaluación tiene entre sus propósitos la elaboración de un informe, considerado el producto fundamental del análisis. Un informe de evaluación de políticas públicas, es un documento que sintetiza los resultados obtenidos a partir de un análisis riguroso y sistemático sobre el diseño, implementación y efectos, resultados e impactos de una política. Su propósito principal es informar lo que se ha evaluado y si la política ha alcanzado los objetivos propuestos y ha generado los resultados esperados. No obstante, la evaluación no concluye con la entrega del informe; este es solo un paso en el ciclo de aprendizaje y mejora continua.
Es necesario considerar el rol del evaluador en el proceso de comunicación. Según Goncalves, Njaine, De Sousa Minayo y Dos Santos (2005), el evaluador debe ser capaz de identificar la forma más adecuada de presentar los resultados de la intervención, asegurando que los efectos sean comunicados de manera clara y efectiva a los actores involucrados. Dos aspectos clave que el evaluador debe considerar en esta etapa son la claridad y la transparencia2 . Es crucial que los resultados se presenten de manera comprensible, utilizando un lenguaje accesible y evitando el exceso de terminología técnica, lo que facilita el acceso transparente a las dimensiones evaluadas. Este enfoque permite a los destinatarios comprender los hallazgos y recomendaciones, promoviendo así la implementación efectiva de las propuestas derivadas del proceso evaluativo.
La reflexión sobre el planteamiento de Goncalves et al. (2005) subraya la complejidad y la importancia de los instrumentos de comunicación en los procesos de evaluación de políticas públicas. El resumen ejecutivo, el informe general y la comunicación oral no son meras formalidades, sino herramientas esenciales para transmitir los resultados de manera efectiva. Estas formas de comunicación implican abordar diversas dimensiones —desde el contexto en el que se desarrolla la política hasta las interacciones entre los actores involucrados— y requieren de una interactividad dinámica entre los evaluadores y las partes interesadas. Al hacerlo, se promueve una comprensión más profunda y accesible de los hallazgos, lo que contribuye no solo a la transparencia del proceso evaluativo, sino también a la implementación de recomendaciones. En este sentido, el evaluador debe considerar no solo el contenido, sino también la forma en que se comunica, asegurando que se ajusta a las necesidades y capacidades de los diversos públicos sin perder de vista los intereses según los tipos de destinatario.
Utilidad de una autoevaluación, ¿Quiénes la deben realizar?
Según Cardarelli (2016), la autoevaluación revela las actividades, la organización y el funcionamiento de la institución, junto con sus objetivos, políticas y estrategias, incluyendo los resultados de aprendizaje y prácticas. En esencia, la autoevaluación es un proceso reflexivo en el que una institución o individuo analiza su propio desempeño, identificando tanto fortalezas como áreas de mejora. Este proceso tiene como finalidad no solo valorar el rendimiento, sino también impulsar el desarrollo continuo y la optimización de sus prácticas y resultados. De manera sustantiva, estos argumentos dan cuenta certera de la utilidad de la autoevaluación.
Responder a la pregunta ¿Quiénes deben realizar una autoevaluación? Implica retomar la literatura propuesta, por ello Cardarelli (2016) sostiene que la autoevaluación debe involucrar a los beneficiarios de los programas, ya que su voz es crucial para ajustar las intervenciones a las realidades de los actores más vulnerables. A través de encuestas y técnicas interactivas como los grupos focales (por ejemplo), se logra recopilar valiosa información que contribuye a la formulación de propuestas más adecuadas y pertinentes. Es fundamental que este proceso se enfoque en recoger opiniones constructivas y evitar que se convierta en un ejercicio de catarsis colectiva, manteniendo el análisis enfocado en la mejora del programa.
En conclusión, el informe final de autoevaluación es una presentación que combina datos cuantitativos y cualitativos, ofreciendo un análisis detallado de las actividades, la organización y el funcionamiento de la institución (Cardarelli, 2016). Este informe, elaborado por el grupo de trabajo, tiene como propósito generar retroalimentación constructiva que contribuya al mejoramiento continuo propia de la entidad evaluada. Alcanza esta meta requiere trabajar en el fomento de una cultura organizacional que promueva comportamientos consistentes con principios y valores éticos comunes.
Conclusión
En resumen, la evaluación y autoevaluación de políticas públicas son procesos fundamentales para la mejora continua y la rendición de cuentas en la gestión pública. La integración de enfoques metodológicos cualitativos y cuantitativos permite generar resultados más robustos y útiles para la toma de decisiones. La comunicación clara y accesible de los resultados, así como la participación de todos los actores involucrados, incluyendo los beneficiarios, son esenciales para asegurar que las políticas sean ajustadas y mejoradas en función de las realidades de los contextos evaluados. Es necesario que estas evaluaciones se empiecen a aplicar en las FFSS, para brindar más transparencia en sus gestiones. Alcanzar esta meta requiere de un compromiso ético y de valores comunes de los funcionarios policiales de turno en la gestión. El ser y parecer acá no cobra sentido, es un obligación que los funcionarios policiales sean honestos.
Bibliografía
- Cardarelli, G. (2016). Metodología de Autoevaluación de la calidad educativa. Aportes y experiencia del IACE (Instrumento de Autoevaluación de la calidad Educativa CEADEL- UNICEF). Buenos Aires.
- Carden, F. y Alkin, M. (2016) Raíces de la evaluación: una perspectiva internacional. En la Evaluación de políticas, Fundamentos conceptuales y analíticos, Martínez Nogueira, (comp). Buenos Aires: CAF.
- Goncalves de Assis, S, Njaime, K, De Sousa Minayo, M. y Dos Santos, N. (2005). Evaluación por triangulación de métodos. Presentación y divulgación de resultados. Buenos Aires: Lugar Editorial.
Notas
- En este punto es importante ofrecer un concepto de evaluación, para ello transcribimos lo que enuncia la literatura propuesta por el seminario y diremos que conceptualmente Carden y Alkin (2016) “sostiene que el trabajo de la evaluación es realizar un juicio de valor sobre el objeto de estudio” (p. 207). ↩︎
- La claridad y la transparencia son dos características inmarcesibles que, deben obrar como un agente persuasivo a la hora de exponer las recomendaciones que surge del proceso. ↩︎