Pisando Malvinas II

En el marco de la actividad Realidad Virtual en el CUSAM, se llevó adelante una entrevista al director del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, el excombatiente Edgardo Esteban. Esta se desarrolló en un sector del CUSAM donde funciona un espacio radial denominada Radio Mosquito. En este lugar, privados de su libertad se forman, teórica y prácticamente, en Comunicación y Radio.

En esta ocasión, me sumé a escuchar la entrevista y a observar cómo se desarrollaba ese encuentro entre el excombatiente y los privados de libertad. Las emociones afloraban en cada uno de ellos; la voz del locutor se quebraba por momentos. Había mucha emotividad. 

El entrevistado relató acerca de sus vivencias como soldado combatiente en Malvinas. Con relación a ello, destacó la película basada en el libro de su autoría, Iluminados por el Fuego, donde se denuncian las torturas que sufrieron esos jóvenes soldados argentinos, los guardianes de nuestra patria, en ese momento bélico. Respecto de esto, expresó: “Con esta película me convertí en un traidor para algunos, porque relaté la parte humana de lo que nos tocó vivir (frío, hambre, maltratos)”.

Los privados de libertad, que habían visto el filme, le comentaron a Edgardo: “Esa película te llega al alma; tiene una mirada muy humanizadora. No se puede creer cuántas torturas tuvieron que sufrir esos soldados”. La tortura más usual era el famoso estaqueo, que consistía en atarlos con las estacas de los tientos de las carpas, para que quedaran inmovilizados por un tiempo variable, y muchas veces semidesnudos. Algunos estaqueos se realizaban bajo el cañoneo enemigo, es decir, en pleno fuego bélico. Destacaron también un fragmento de la película, donde un jefe militar hostiga a un soldado por su origen judío, llamándolo constantemente “judío de mierda”. Este llegó a estar estaqueado a la intemperie bajo temperaturas de 10 a 15 grados bajo cero. Otros privados de libertad también le comentaron a Edgardo: “Esos milicos eran unos hijos de mil perras; si los soldados eran de piel color oscura, eran considerados tontos. Además, eran maltratados por su color de piel”.

La entrevista continuaba. Los mates amargos circulaban entre los presentes. Edgardo, en otro momento de la charla, manifestó: “Hoy dirijo un museo cargado de historias, y no de guerra; de hecho, si van al museo, verán que no se exponen armas.  Lo mismo se logró hacer en la película”. Seguidamente, agregó: “Cuando regresamos de la guerra, fuimos considerados marginales para la sociedad. Solo fuimos héroes allá”. Además, recordó el sentimiento de cobardía por parte de las autoridades militares: un ejército que solo tuvo coraje para maltratar a su gente, y mostró cobardía ante el enemigo. Minutos más tarde, el consultado comparó estar detrás de las rejas con la experiencia del combate: “La marginalidad que sufren ustedes, los privados de su libertad, la sufrimos nosotros, los excombatientes. Nos querían esconder: éramos una vergüenza para muchos, algo que pasa con ustedes también. Gran parte de la sociedad piensa que deben morirse en la cárcel”.  

Finalizando la charla, un privado de libertad le preguntó a Edgardo: “¿De qué te sentís preso?”. El auditorio guardó un silencio repentino luego de esta pregunta, expectante a la respuesta. Edgardo reflexionó: “La guerra te deja una postal que nunca podés olvidar: es algo que te encierra y no te deja en libertad”. La guerra dejó secuelas en él, que nunca podrá olvidar: lo acompañarán por el resto de su vida. El término de la entrevista fue seguida de abrazos, agradecimientos y fotos con el excombatiente.

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