El gran Roberto Pettinato fue director general del Servicio Penitenciario entre 1947 y 1955. Durante su rol al frente del organismo, impulsó reformas para dignificar a las personas privadas de libertad y al personal penitenciario. Se construyeron hospitales, consultorios odontológicos y de salas de rayos. Se impulsaron medidas sobre la salud mental, como las novedosas “visitas íntimas”. Se construyeron natatorios, gimnasios, campos de deportes, y se organizaron torneos de futbol intercarcelarios.
Creo la Escuela Industrial Penitenciaria, donde los internos aprendían todo tipo de oficios y de artes, y hacían talleres de mecánica dental, carpintería, zapatería, imprentas y granjas. (Se entregaba un titulo de oficial por asistir a estos). Se aumentó el salario (de 20 centavos a un peso); se incorporaron el aguinaldo y la indemnización por accidentes.
Pettinato comprendió la importancia de la cultura, y mandó a construir bibliotecas dentro de los pabellones. Se celebraron actos musicales, culturales, y comenzó a redactarse Mañana, un periódico para los privados de libertad.
Se cerró el Penal de Ushuaia (llamado “la Siberia criolla”) y eliminaron el denigrante traje a rayas, el uso de grilletes para los traslados y el corte de cabello al ras. Se modificó la nomenclatura de “reos” por “internos” y se impulsó la construcción de celdas con tamaños, iluminación y ventilación pertinentes, y lavatorios separados de inodoros.
Para el personal penitenciario, se dictó un Estatuto Penitenciario. Construyeron barrios cercanos a los penales y se implementaron un sistema de jubilaciones, pensiones y retiros voluntarios; obras sociales; colonia de vacaciones; y aguinaldo. También se diseñaron nuevos uniformes. Además, se fundó la Escuela Penitenciaria, que apuntaba a la capacitación y formación teórica y práctica. Todas estas medidas fueron parte de un cambio de paradigma: las instituciones carcelarias dejaron de ser un mero castigo, y comenzaron a pensarse como un espacio de reinserción social.
Ese hombre de gran humanidad que renovó el sistema penitenciario se llamó Roberto Pettinato; vivió en una época donde lo habitual era que los teóricos justificaran ideas penales discriminatorias y racistas. Las penas que afectan la libertad se dividen en dos categorías en Argentina: las que la suprimen en forma perpetua o temporal (prisión, detención, arresto) y las que la disminuyen sin suprimirla (deportación, destierro, confinamiento).
Actualmente, las del primer grupo se han adoptado en la mayoría de los países civilizados, debido a que cada vez se aplica menos la pena de muerte. La prisión es una pena que aplica para la Justicia. Se supone que la pena tiene un fin: en teoría, busca mejorar al infractor.
Bibliografía
Caimari L. (2002). “‘Que la revolución llegue a las cárceles’: el castigo en la Argentina de justicia social (1946-1955)”. En Entrepasados. Revista de Historia, Año XI, N.º 22, pp. 27/48.
Rogers, G. (2006). [Reseña de] Lila Caimari: “Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955”. En Memoria Académica. Buenos Aires: Siglo XXI, 2004, 308 pp., Iberoamericana (Madrid), 6 (23), pp. 321-322. Disponible en http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.8662/pr.8662.pdf