Ensayo que cruza diferentes textos utilizados en el curso en función de preguntas listadas que son disparadoras de la reflexión.
Introducción
La necesidad y la curiosidad por comprender cómo se gestionan los archivos en el proceso de investigación fue un motivo más que suficiente para traerme a este seminario y aquí he descubierto que es un tema de gran relevancia. Como estudiante de doctorado en Administración y Políticas Públicas, reconozco que el acceso y manejo de archivos no nos distancia de nuestro rol como investigadores, sino que, por el contrario, nos acerca a una comprensión más profunda de las políticas públicas. A través de la revisión de archivos, es posible identificar tanto los éxitos como los fracasos de políticas pasadas, así como los factores que influyeron en dichos resultados. Esta información es crucial para evaluar la eficacia de las políticas actuales y para diseñar intervenciones más efectivas en el futuro.
Los archivos proporcionan una perspectiva histórica que facilita la comprensión del contexto en el cual se toman las decisiones políticas contemporáneas. Al estudiar el pasado, los investigadores pueden discernir continuidades y rupturas con el presente, y evaluar si las políticas actuales están abordando los mismos problemas o si estos han evolucionado. Realizar investigaciones originales en archivos permite a los investigadores (y a los tesistas) generar nuevos conocimientos sobre la historia de las políticas públicas y, en consecuencia, contribuir al desarrollo de la disciplina.
A continuación, se llevará a cabo un análisis de la bibliografía propuesta en el seminario, enfocándonos en varias cuestiones clave relacionadas con el archivo en la investigación histórica. En primer lugar, se explorará qué elementos son fundamentales al definir un archivo para una investigación, considerando tanto su relevancia como su accesibilidad y la naturaleza de los documentos que lo componen. También se discutirá la importancia de fundamentar adecuadamente la elección y el uso del archivo, abordando las cuestiones metodológicas y teóricas que subyacen a su selección y análisis.
En cuanto a las transformaciones que ha experimentado el archivo como institución a lo largo del tiempo, se examinará cómo estos cambios han influido en las formas de hacer historia. Se indagará en la relación entre las transformaciones institucionales del archivo y las variaciones en el «régimen de historicidad», entendiendo cómo estos factores han afectado la producción histórica y la significación del archivo en dicho contexto.
El impacto de las nuevas tecnologías digitales en la producción histórica también será un tema central de discusión, evaluando los desafíos y oportunidades que estas herramientas presentan para la investigación y preservación de la historia. Se analizará la importancia política y social del archivo, y cómo su significación debe ser considerada en la práctica histórica, prestando atención a las mediaciones entre el archivo, el pasado y la interpretación de los historiadores.
Finalmente, se abordará el papel de la escritura en las formas de hacer historia y en sus interpretaciones, explorando las decisiones estilísticas en la redacción histórica y sus efectos en la operación histórica. A lo largo de este recorrido, se hará referencia a las contribuciones teóricas y metodológicas de autores como François Hartog, Lila Caimari, Arlette Farge, Michel de Certeau, Jablonka y Nicolás Quiroga, cuyas obras proporcionan un marco de análisis para estas reflexiones.
a) ¿Qué elementos es importante considerar al definir el archivo de una investigación? ¿Qué cuestiones sería oportuno discutir para su fundamentación?
Al definir el archivo de una investigación, es esencial tener en cuenta que se trata de un conjunto organizado de documentos, registros y otros materiales. Sin embargo, es mucho más que eso, son voces testigo, la atención a los detalles, la fragmentación, la subjetividad del investigador, la interrelación entre documentos, la temporalidad y las dinámicas de poder están contenidos en un archivo.
En este seminario los historiadores (docente y cursantes) se han expresado clase tras clase y han puesto en relieve que el archivo es un contenedor de elementos que no solo permiten una exploración más profunda y matizada de la historia, sino que también respetan la complejidad y las múltiples capas de significado que los archivos contienen. Asimismo, es crucial considerar el origen, la representatividad, el contexto, la materialidad, las limitaciones y las dinámicas de poder que configuran el archivo. De este modo, no solo es una fuente de información, sino como un objeto de análisis en sí mismo, cargado de significado y de un contexto histórico que debe ser cuidadosamente interpretado. En este punto creo necesario u oportuno traer las ideas de Hartog (2007), el objetivo del historiador es que pueda situar el presente en perspectiva y llevar a cabo un ejercicio crítico de la historia, este autor sugiere utilizar el concepto de régimen de historicidad, una herramienta para interrogar las diversas experiencias del tiempo o «crisis del tiempo». Estas crisis se refieren a momentos en los que el pasado, el presente y el futuro se entrelazan y pierden su claridad evidente. El régimen de historicidad permite hacer comprensibles las experiencias del tiempo y facilita la realización de ejercicios comparativos sobre estas «crisis del tiempo», lo que permite reflexionar sobre cómo el presente actual difiere de otros presentes del pasado. Esto convierte al historiador en un contemporáneo de lo contemporáneo. Además, el régimen de historicidad no solo es una forma de articular el pasado, presente y futuro, sino que también permite captarlos, expresarlos, ordenarlos y darles sentido. Hartog (2007) señala que el régimen de historicidad no es una realidad dada o directamente observable, sino una construcción del historiador, lo que hace necesario reflexionar sobre sus implicaciones, ya que los investigadores suelen «naturalizarlo» o «instrumentalizarlo».
Traigamos otras ideas importantes a este trabajo, Caimari (2017) subraya la importancia de entender la naturaleza del archivo, y aquí un argumento válido como justificación del archivo (valga la redundancia) como elemento decisivo en la investigación, abarcando su origen, propósito y las circunstancias en las que los documentos fueron creados y preservados. Es esencial reconocer que los archivos no son simples colecciones neutrales de documentos, sino que están moldeados por el contexto social, político e institucional en el que surgieron (Caimari, 2017). Este entendimiento respalda el uso de fuentes archivísticas, contribuyendo a la construcción de un conocimiento histórico más preciso y confiable. En línea con esto, Farge (1991) enfatiza la necesidad de prestar atención a las voces marginales y fragmentarias presentes en los archivos. Los documentos a menudo contienen rastros de personas y eventos que han sido silenciados o excluidos de las narrativas históricas oficiales. Al definir un archivo, es crucial integrar estas voces para ofrecer una visión más completa y matizada de la historia. Estas son -a mi juicio- las ideas que pude reforzar una justificación en la terea de investigación en el archivo.
b) ¿Qué transformaciones ha sufrido el archivo como institución a lo largo del tiempo? ¿Qué relación puede pensarse entre esas transformaciones y las formas de hacer historia?
He aprendido en el curso, de mano de aquellos que habitualmente se acercan al archivo, que éste como institución, ha experimentado una transformación radical a lo largo de la historia, pasando de ser un simple depósito de documentos a convertirse en un complejo sistema de organización y preservación de la memoria colectiva. Estas transformaciones han sido impulsadas por diversos factores, como los avances tecnológicos, los cambios sociales y las nuevas concepciones sobre el pasado. Inicialmente, los archivos eran colecciones privadas de documentos pertenecientes a familias, instituciones religiosas o figuras ponderadas de cualquier sociedad (De Certeau, 1994).
Con el surgimiento de los Estados modernos, se crearon archivos públicos con el objetivo de preservar la memoria institucional y garantizar la transparencia de las acciones gubernamentales. Para Caimari (2017) es relevante la importancia de la experiencia histórica y la subjetividad del historiador en la interpretación de las fuentes. La autora enfatiza que los archivos no son meros depósitos de datos, sino que son construidos socialmente y cargados de significaciones. Arlette Farge (1991) en su texto «Millares de huellas» muestra cómo los historiadores utilizan los archivos para reconstruir las vidas de individuos ordinarios y para analizar las dinámicas sociales de una manera más detallada y matizada. Farge demuestra que los archivos pueden ser una fuente inagotable de información para explorar las experiencias cotidianas y las emociones de las personas del pasado.
Finalmente, teniendo los puntos de vista de De Certeau (1994) podemos afirmar que, las transformaciones del archivo han sido un motor clave para la renovación de la disciplina histórica. La relación entre el archivo y la historia es dinámica y bidireccional. Por un lado, el archivo condiciona las preguntas que los historiadores se plantean y las herramientas que utilizan. Por otro lado, los historiadores, a través de sus investigaciones, contribuyen a dar forma al archivo y a redefinir su papel en la sociedad.
Quiroga (2018), por su parte -tocante a este tema-, argumenta que la creciente presencia de herramientas digitales en la labor historiográfica y la proliferación de documentos digitales plantean nuevos desafíos. Las tensiones entre prácticas archivísticas tradicionales y las nuevas experiencias digitales requieren enfoques renovados. Nicolás Quiroga, en «¿Qué tengo si no tengo papeles?«, examina cómo el archivo ha pasado de ser un depósito estático de documentos oficiales a un espacio dinámico donde se negocian significados. Este enfoque resalta la materialidad del archivo y su interacción con quienes lo manejan, destacando su transformación en un espacio de construcción social y subjetiva, donde se reinterpretan y disputan sentidos históricos.
Rescato en este punto que la investigación doctoral en Administración y Políticas Públicas, inspirada en la labor de los historiadores, debe considerar el archivo como un espacio dinámico y político. Al explorar las transformaciones del archivo y sus implicaciones en la construcción histórica, los doctorandos pueden desarrollar metodologías innovadoras para analizar políticas públicas. Esto implica no solo consultar fuentes tradicionales, sino también explorar nuevos formatos digitales y fuentes no convencionales, como entrevistas o testimonios, para construir narrativas más completas y contextualizadas sobre la implementación y los efectos de las políticas.
¿Qué importancia política y social ha tenido el archivo? ¿Qué lugar darle a esa significación en la práctica histórica en sí misma? ¿Qué mediaciones existen entre el archivo, el pasado y la interpretación de un historiador?
Volvemos a Farge (2007) para reflexionar la conexión que tienen los archivos con lo político y lo social. Los archivos, como instituciones, han tenido un papel político y social clave. Históricamente, han legitimado el poder estatal y de las élites mediante la selección y conservación de documentos que construyen narrativas oficiales, consolidando el orden dominante. Además, los archivos contribuyen a la construcción de identidades colectivas e individuales, permitiendo a grupos sociales reconocerse y afirmar su pertenencia. En el ámbito social, los archivos son espacios de negociación y conflicto, donde la búsqueda y uso de documentos puede generar tensiones, pero también posibilitar encuentros y diálogos entre diversos actores, influyendo en las dinámicas sociales y políticas.
En El momento archivos, Lila Caimari destaca la dimensión política y social del archivo como un espacio donde se disputan el poder y la construcción de la memoria colectiva. El archivo, lejos de ser un depósito neutro de documentos, es un escenario donde se decide qué se conserva y qué se olvida, influyendo así en la identidad y en la narrativa histórica oficial. Como señala la autora, la creación y conservación de archivos reflejan relaciones de poder, pues su selección y organización determinan qué debe ser registrado y preservado para el futuro (Caimari, 2020). Este control sobre la memoria permite a ciertos grupos consolidar su hegemonía y moldear el discurso histórico, silenciando otras voces. En particular, los archivos políticos suelen contener documentación fragmentaria, donde se entrelazan registros personales y corporativos debido a la interrelación entre actores privados y públicos en la gestión del poder. En este contexto, la restitución documental resulta clave para respetar el principio de procedencia y garantizar la autenticidad histórica. Y esa es la línea en la que se apoya la evolución disciplinar[1].
Jablonka (2016) argumenta que la historia es una construcción social influenciada por su contexto el mismo devenir histórico, y las formas en que se aborda reflejan las preocupaciones y valores de la sociedad. Este análisis es relevante no solo para la Historia, sino más bien en múltiples campos. Por ejemplo, para la investigación científica en administración y políticas públicas, donde la interdisciplinariedad, la influencia de las ciencias sociales y la digitalización son cruciales para comprender fenómenos complejos. El auge de las ciencias sociales ha enriquecido el análisis en políticas públicas, mientras que la revolución digital y la globalización han ampliado el acceso a fuentes y perspectivas, promoviendo enfoques más integrales y diversos en la formulación y evaluación de políticas.
¿Qué lugar tiene la escritura en las formas de hacer historia y en sus interpretaciones? ¿Qué decisiones presenta el estilo en la escritura y qué efectos tiene sobre la “operación histórica”?
En su artículo “La escritura en la investigación”, Carlino (2006) sostiene que la escritura no es solo un medio para comunicar resultados, sino una herramienta cognitiva que moldea el proceso de investigación y el pensamiento crítico. En el ámbito de la historia (y de otras campos y disciplinas), la escritura tiene un rol central en la construcción y comunicación de interpretaciones históricas. Es a través de la escritura que los historiadores organizan, reflexionan y reinterpretan sus hallazgos. La narrativa histórica, en este sentido, no solo registra hechos, sino que también da forma a cómo esos hechos son comprendidos, jerarquizados y contextualizados dentro de un marco interpretativo específico.
Carlino destaca que la escritura en la investigación es un proceso recursivo que permite al investigador cuestionar sus propias interpretaciones y generar nuevas conexiones. Aplicado a la historia, esto significa que la escritura histórica no es lineal ni definitiva; es un espacio donde se articulan debates historiográficos, se cuestionan fuentes y se negocian significados. Por tanto, la escritura es fundamental en la manera en que se construyen, presentan y disputan las versiones del pasado.
Finalmente, para abordar esta última parte (en la que recuperamos la cuestión estilística en la forma de escribir la investigación de la historia -y de allí podremos tomar puntos notables para pensar otros campos y disciplinas-) recalaremos en De Certeau (1994), pues en su obra «La Escritura de la Historia», devela la importancia fundamental del estilo en la construcción del conocimiento histórico. Más allá de ser un mero ornamento, el estilo se erige como una herramienta que moldea activamente la interpretación del pasado. De Certeau lo concibe cual contrato o acuerdo de lectura implícito entre el historiador y el lector, donde las elecciones estilísticas determinan la forma en que se perciben los hechos históricos. La estructura narrativa, por ejemplo, al organizar los eventos en secuencias cronológicas o causales, influye en cómo se concibe la relación entre ellos.
La «operación histórica«, según De Certeau, es un proceso complejo en el que el historiador construye una realidad a partir de los materiales del pasado. El estilo desempeña un papel crucial en esta construcción, ya que no se limita a reflejar una realidad preexistente, sino que la moldea activamente a través de las elecciones lingüísticas y narrativas, tan importantes para cualquier investigador. De esta manera, el estilo guía al lector hacia determinadas interpretaciones, al tiempo que oculta otras posibilidades. En consecuencia, el estilo trasciende la mera estética para convertirse en una dimensión fundamental de la investigación histórica (y debo agregar: y de otras disciplinas), cuyas decisiones impactan profundamente en la forma en que se construye y se comunica el conocimiento sobre el pasado.
Ya, sobre este ultimo punto, no pretendo echar al olvido los esfuerzos de los tesistas de posgrado, que no solemos tener un inicio claro de labor, entonces, los aporte de Cosse y Delvalle (2020) es un excelente punto de partida para una investigación más profunda sobre el papel del archivo en la construcción del conocimiento histórico. Al incorporar estas sugerencias, podríamos enriquecer aún más el análisis y ofrecer una visión más completa y actualizada de esta temática de interés cuando la búsqueda pase por el archivo.
Reflexiones finales
La investigación de la historia, o de la administración y políticas públicas o de otras disciplinas se enriquece considerablemente al considerar el archivo no solo como una fuente de datos, sino como un espacio dinámico de construcción y disputa de significados. La experiencia de acceder y gestionar archivos revela su importancia en la evaluación crítica de políticas y en el diseño de nuevas intervenciones. Los archivos no solo reflejan el contexto en el cual se tomaron decisiones políticas pasadas, sino que también permiten a los investigadores discernir patrones de éxito y fracaso, proporcionando una perspectiva histórica esencial para la mejora continua de las políticas públicas. Esta comprensión de los archivos como herramientas que moldean y reflejan relaciones de poder contribuye a una evaluación más completa y contextualizada de las políticas.
Además, la evolución de los archivos como instituciones, desde meros depósitos de documentos hasta complejos sistemas de preservación y análisis, resalta su rol en la construcción de la memoria colectiva y en la legitimación de discursos oficiales, y estos son las grandes enseñanzas de la historia (a mi juicio) a los investigadores de otros campos. El impacto de las nuevas tecnologías digitales y la globalización han transformado la forma en que los historiadores y otros investigadores acceden y utilizan los archivos, ofreciendo nuevas oportunidades para explorar y reinterpretar la historia. La escritura, como destaca Paula Carlino, juega un papel crucial en este proceso al permitir la reflexión, la organización y la comunicación de los hallazgos, influyendo directamente en la interpretación y la narrativa histórica. Este enfoque subraya la necesidad de considerar el archivo no solo como un recurso, sino como un elemento activo en la construcción del conocimiento y la interpretación histórica.
Referencias bibliográficas:
Caimari, L. (2017). La vida en el archivo. Goces, tedios y desvíos en el oficio de la historia. Buenos Aires; Siglo XXI Editores Argentina
Caimari. L. (2020). El momento archivos. Población y Sociedad, 27 (2), pp. 222-233.
Carlino, P. (2006). La escritura en la investigación. Documento de trabajo no 19, Buenos Aires: Universidad de San Andrés.
Cosse, I. y Delvalle, V. (2020). Salir del laberinto, la formulación del problema y la pregunta de investigación. El estado de tesis: cómo elaborar el proyecto de tesis en Ciencias Sociales. Buenos Aires: Manantial
De Certeau, M. (1994). La operación histórica, en Historia y Literatura. México: Instituto Mora
Farge, A. (1991). La atracción del archivo, Valencia: Edicions Alfons El Magnanim.
Hartog, F. (2007). Regímenes de historicidad: presentismo y experiencias del tiempo. México: Universidad Iberoamericana AC.
Jablonka, I. (2016). La historia es una literatura contemporánea. Manifiesto de las ciencias sociales. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. Quiroga, N. (2018). ¿Qué tengo si no tengo papeles? Materialidad y juego en el trabajo de archivo. Población & Sociedad, 25 (2), pp. 203-215. DOI: http://dx.doi.org/10.19137/pys-2018-250208
[1] He de afirmar en este punto que no estoy en condiciones de asegurar enunciados de corte disciplinar específica como es el caso de la Historia, debido a no estar familiarizado con ese campo, pero vale la expresión para los campos disciplinares en general, como es el caso de la Administración Pública y/o las Políticas Públicas, que reconozco con cierta proximidad (en mi caso).